Cuanto más aprendo y capacito sobre Inteligencia Artificial Generativa (IAG) en educación, más reflexiono sobre el tema. Estas reflexiones no surgen en el vacío, sino que son evaluadas en mi mente, haciendo correlaciones con referencias de mi aprendizaje pasado. Me he descubierto fascinado por las consideraciones filosóficas que emergen en este campo y por las valoraciones que surgen de las preguntas o planteamientos de los docentes.

Durante una capacitación a principios de 2024, se generó un debate interesante y surgieron preguntas que me quedaron resonando. No porque no las hubiera contestado en su momento, sino porque siempre analizo profundamente los planteamientos y busco nuevas formas de responder, no como afirmaciones absolutas, sino como contribuciones para reflexionar.

De ahí surgió la “analogía de la maquinilla”. No porque esta herramienta sea crucial en sí misma, sino porque apelaba a la discusión de ese momento. Para aquellos que no son de esa época, las maquinillas eran herramientas de escritura, máquinas portátiles de escritorio donde se colocaba una hoja de papel y, al presionar teclas con letras y símbolos, se escribía un documento para compartir. Además, la maquinilla se convirtió en un símbolo de la escritura, al igual que el lápiz o el bolígrafo.

Ahora, presento el uso de la “maquinilla” como una analogía para explicar su relación con las IAG.

“Imaginemos a un escritor de aquella época, con una excelente maquinilla, la mejor del mercado. Al comenzar a escribir, se frustra porque no produce la literatura que espera. Se queja de esto, no porque las letras sean ilegibles o estén desordenadas, sino porque lo escrito no alcanza la calidad literaria deseada. Concluye que la maquinilla no sirve y vuelve a escribir con lápiz o bolígrafo.”

¿Es correcta la valoración del escritor sobre la maquinilla? ¿Son sus características las que impiden generar literatura de calidad? La respuesta lógica es que la calidad literaria no depende de la herramienta utilizada. Puede argumentarse que no dominar la maquinilla o no tener habilidades de mecanografía puede ser un obstáculo, así como la falta de experiencia en escritura, gramática, sintaxis o creatividad. Pero estos son factores del escritor, no de la maquinilla. En manos de un escritor con los conocimientos y habilidades adecuados, la misma maquinilla podría producir literatura de alta calidad.

Finalmente, esta es la conclusión y la relación entre la maquinilla y las IAG: la calidad de los resultados obtenidos de una IAG (sabiendo que estas herramientas pueden variarar en calidad) está positivamente correlacionada con el dominio, conocimiento y habilidades del usuario. La calidad de los resultados al usar una IAG refleja más al usuario que a la herramienta en sí.

Muchos saben usar un teclado, pero no todos son escritores, independientemente de la calidad de la herramienta que utilicen. Juzgar una herramienta solo por los resultados obtenidos no proporciona un análisis completo.

Espero que este escrito te haya invitado a reflexionar. Si te gustó, compártelo y no olvides seguirme en esta red si aún no lo haces.

Si estás interesado en aprender más sobre el tema y obtener mejores resultados, te invito a visitar este enlace: https://drjoseferrer.com/courses/ingeniero-de-prompts-para-chat-gpt-para-educadores/