Dr Jose Ferrer

¿Es Plagio Usar Inteligencia Artificial en la Redacción Académica? Una Perspectiva Legal

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Educación / Escritura / Tecnología

¿Es Plagio Usar Inteligencia Artificial en la Redacción Académica? Una Perspectiva Legal

Aclaración: Si bien cuento con más de 20 años de experiencia en el ámbito educativo y he interactuado de forma constante con profesionales del derecho durante estas dos décadas, es importante señalar que este artículo refleja una opinión legal. No obstante, no soy abogado ni poseo formación académica formal en leyes. Explicado esto, vamos al asunto.

Introducción

La era digital ha traído consigo avances tecnológicos que, hasta hace poco, parecían sacados de una novela de ciencia ficción. Uno de los más destacados y revolucionarios es, sin duda, la inteligencia artificial (IA). Su capacidad para procesar información, aprender y generar contenido ha transformado numerosos sectores, y el ámbito académico no ha sido la excepción. Con esta transformación, han surgido interrogantes que desafían nuestras concepciones tradicionales sobre la creación y la autoría.

La comunidad académica, tradicionalmente centrada en la promoción de la originalidad y la integridad, se encuentra ahora en una encrucijada. Por un lado, la IA ofrece herramientas que pueden facilitar la investigación y la redacción, pero por otro, plantea dilemas éticos y legales sin precedentes. La línea entre la asistencia tecnológica y la creación autónoma se vuelve cada vez más difusa. ¿Es ético utilizar una máquina para generar contenido? Y si es así, ¿cómo determinamos la autoría de dicho contenido?

Estas preguntas no solo son relevantes para académicos y estudiantes, sino también para legisladores, juristas y la sociedad en general. La respuesta a estas interrogantes tiene implicaciones profundas en cómo concebimos la propiedad intelectual, la originalidad y la responsabilidad en la era digital.

Con el objetivo de arrojar luz sobre este tema tan complejo y actual, nos adentraremos en el debate y analizaremos las implicaciones legales del uso de la IA en la creación académica.

La Naturaleza del Plagio y la IA

El plagio, en su esencia, es una violación de la integridad académica y profesional. Tradicionalmente, se ha entendido como la práctica de tomar las palabras, ideas o investigaciones de alguien más y presentarlas como propias, sin dar el crédito adecuado al autor original. Esta definición se basa en la premisa de que hay un individuo, generalmente un humano, detrás de la creación original que merece reconocimiento por su trabajo.

Con la llegada de la inteligencia artificial, este panorama ha comenzado a cambiar. Las herramientas basadas en IA, como los generadores de texto, no “piensan” ni “crean” en el sentido tradicional. En lugar de ello, utilizan algoritmos complejos y bases de datos extensas para generar contenido. Estos algoritmos analizan patrones en los datos que se les proporcionan y, a partir de ellos, producen texto que puede parecer original. Pero, en realidad, es una amalgama de fragmentos y estructuras lingüísticas previamente existentes.

Dado que la IA no tiene conciencia, intenciones ni emociones, surge un dilema ético y legal: ¿puede una máquina ser considerada autora de un contenido? Y si no es así, ¿quién es el verdadero autor? ¿El programador que diseñó el algoritmo? ¿El usuario que proporcionó el input? Estas son preguntas que aún no tienen respuestas definitivas en el ámbito legal.

Además, si consideramos que la IA está generando contenido basado en información previamente existente, ¿dónde se traza la línea entre la generación de contenido y el plagio? Aunque la IA no esté tomando directamente el trabajo de una persona específica, está utilizando una vasta cantidad de información previamente creada por humanos.

¿Qué son estas IA y cómo fueron entrenadas?

Los LLM y GPT son modelos de lenguaje basados en inteligencia artificial, donde “LLM” se refiere a “Language Model” (Modelo de Lenguaje) y “GPT” es el acrónimo de “Generative Pre-trained Transformer”. Estos modelos son diseñados para entender y generar texto de manera coherente y contextual.

Estos modelos son entrenados utilizando grandes cantidades de texto. Se alimentan con vastos conjuntos de datos que contienen información variada, desde literatura y artículos científicos hasta páginas web. A través de este proceso, aprenden patrones, gramática, hechos y, en cierta medida, razonamiento basado en los datos con los que fueron entrenados. Utilizan una arquitectura de red neuronal llamada “transformer”, que les permite manejar y generar texto de manera eficiente.

Al igual que los modelos de lenguaje, existen modelos de inteligencia artificial diseñados para generar imágenes. Estos modelos, como DALL·E de OpenAI, son entrenados con grandes conjuntos de datos visuales y pueden crear imágenes originales basadas en descripciones textuales o modificar imágenes existentes. Utilizan técnicas avanzadas de aprendizaje profundo para “aprender” cómo se ven los objetos, paisajes y otros elementos, y luego pueden generar representaciones visuales basadas en ese aprendizaje.

La Autoría y la IA

La noción de autoría ha sido fundamental en la historia del pensamiento jurídico y cultural. Tradicionalmente, se ha asociado con la creación original de una obra por un individuo, quien aporta su perspectiva, creatividad e intelecto al proceso. Esta creación es vista como una extensión del autor, reflejando sus intenciones, emociones y conciencia.

Sin embargo, la irrupción de la inteligencia artificial en el ámbito creativo ha desafiado estas concepciones tradicionales. Las máquinas, por su naturaleza, carecen de emociones, intenciones y conciencia. Operan basadas en algoritmos y datos, sin una comprensión o sentido inherente del contenido que generan. Por lo tanto, surge la pregunta: ¿puede una entidad sin estas características humanas fundamentales ser considerada autora?

En el contexto europeo, la legislación sobre derechos de autor se ha centrado en proteger los derechos del creador humano. Aunque la IA puede generar contenido, la Unión Europea ha adoptado la postura de que la autoría de una obra pertenece al autor humano, sin importar si la obra fue asistida o generada por una IA. Esta perspectiva refuerza la idea de que la creatividad y originalidad son intrínsecamente humanas.

Por otro lado, en Estados Unidos, la Oficina de Derechos de Autor ha sido clara en su postura: solo las obras creadas por seres humanos pueden ser protegidas por derechos de autor. Esta decisión se basa en la premisa de que la IA, al carecer de conciencia y emociones, no puede ser considerada autora en el sentido tradicional del término.

Estas posturas legales reflejan una comprensión más amplia de la autoría como un acto intrínsecamente humano. Aunque la tecnología puede asistir en el proceso creativo, la esencia de la creación, con sus matices, intenciones y originalidad, sigue siendo un dominio exclusivamente humano.

La IA como Herramienta

La tecnología siempre ha sido un medio para amplificar y mejorar las capacidades humanas. Desde la invención de la rueda hasta los modernos programas informáticos, las herramientas han sido diseñadas para facilitar tareas y mejorar la eficiencia. En este contexto, la inteligencia artificial representa el siguiente paso en la evolución de las herramientas tecnológicas, ofreciendo capacidades que antes eran impensables.

Al igual que un procesador de texto nos ayuda a escribir y corregir errores, o un programa de edición nos permite mejorar y transformar imágenes, la IA nos asiste en la generación y análisis de contenido a una escala y velocidad sin precedentes. Sin embargo, es crucial entender que, aunque estas herramientas pueden procesar y generar información, no “crean” en el sentido tradicional de la palabra. No tienen una visión, un propósito ni una intención detrás de su funcionamiento; simplemente siguen algoritmos y patrones predefinidos.

Herramientas basadas en IA, como ChatGPT, son ejemplos perfectos de esta dinámica. Aunque pueden generar texto que parece original y coherente, en realidad están reorganizando y combinando fragmentos de información de su vasta base de datos. No hay una “chispa” creativa detrás de su producción; no hay un deseo de comunicar una idea particular o de expresar una emoción. En resumen, carecen de la intencionalidad y originalidad que son fundamentales para el acto creativo humano.

Por lo tanto, es esencial que las instituciones, profesionales y usuarios en general comprendan y reconozcan la naturaleza instrumental de la IA. Si bien puede ser una herramienta poderosa y transformadora, no debe confundirse con un colaborador o coautor. La verdadera creatividad, innovación y originalidad provienen del usuario humano que emplea la IA, quien toma decisiones, establece parámetros y, en última instancia, determina el propósito y significado del contenido producido.

Recomendaciones para Instituciones Educativas

  • Educación y Conciencia: La formación académica no solo implica transmitir conocimientos, sino también inculcar valores y principios éticos. En este contexto, es imperativo que las instituciones educativas tomen la iniciativa de educar a los estudiantes sobre las implicaciones éticas y legales del uso de herramientas basadas en IA. Los talleres, seminarios y cursos deben abordar no solo cómo funciona la IA, sino también las responsabilidades que conlleva su uso. Los estudiantes deben ser conscientes de que, si bien la IA puede ser una herramienta valiosa, su uso irresponsable o indebido puede socavar la integridad y autenticidad de su trabajo.
  • Transparencia: La honestidad y la transparencia son pilares fundamentales de la academia. Si las instituciones deciden permitir el uso de IA en ciertas capacidades, es crucial que se haga de manera abierta y transparente. Esto implica que los estudiantes deben ser instruidos sobre cómo citar adecuadamente el contenido generado o asistido por IA, asegurando que no haya ambigüedades sobre la procedencia del trabajo presentado.
  • Políticas Claras: La claridad en las políticas y regulaciones es esencial para evitar malentendidos y garantizar que todos los estudiantes y personal académico estén en la misma página. Las instituciones deben redactar y comunicar políticas claras sobre el uso de IA en la redacción académica. Estas políticas deben especificar en qué circunstancias se permite el uso de IA, qué se considera un uso aceptable y qué no, y las consecuencias de no adherirse a estas directrices. Al establecer límites claros y consecuencias definidas, las instituciones pueden garantizar que la IA se utilice de manera responsable y ética en el ámbito académico.

Conclusión

La irrupción de la inteligencia artificial en nuestra sociedad ha traído consigo una serie de avances y desafíos sin precedentes. En el ámbito académico, la IA ha abierto puertas a nuevas formas de investigación, aprendizaje y creación de contenido, permitiendo a los estudiantes y académicos acceder a recursos y capacidades antes inimaginables. Sin embargo, como con cualquier herramienta poderosa, viene acompañada de responsabilidades y dilemas.

Es esencial que, al integrar la IA en el ámbito educativo, se haga con una comprensión profunda de sus implicaciones. No solo desde un punto de vista técnico, sino también desde una perspectiva ética y legal. La IA, por su naturaleza, no tiene intenciones, emociones ni conciencia, y por lo tanto, no puede ser considerada autora en el sentido tradicional del término. Es una extensión de las capacidades humanas, una herramienta que, si se utiliza correctamente, puede enriquecer el proceso educativo.

Las instituciones educativas tienen la responsabilidad de guiar a los estudiantes en este nuevo paisaje digital. Esto implica no solo enseñarles cómo usar la IA de manera efectiva, sino también inculcar en ellos un sentido de responsabilidad y ética. Deben entender que, aunque la IA puede asistir en la creación de contenido, la responsabilidad última recae en el usuario humano.

En resumen, mientras navegamos por esta era de rápida evolución tecnológica, es imperativo que mantengamos un enfoque equilibrado, reconociendo el potencial de la IA, pero también siendo conscientes de sus limitaciones y desafíos. Solo así podremos garantizar que la integridad académica se mantenga intacta y que la educación continúe siendo un pilar de autenticidad, originalidad y ética en la era digital.

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