Dr Jose Ferrer

La robótica es el futuro de la Inteligencia Artificial: El nacimiento de una nueva especie

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Inteligencia Artificial / Tecnología

La robótica es el futuro de la Inteligencia Artificial: El nacimiento de una nueva especie

En la última década, hemos sido testigos de un progreso sin precedentes en el campo de la Inteligencia Artificial (IA). Desde asistentes virtuales que responden a nuestras preguntas hasta sistemas complejos que pueden analizar vastas cantidades de datos en cuestión de segundos, la IA se ha integrado de manera profunda y omnipresente en nuestra vida cotidiana. Esta tecnología, antes confinada a las páginas de la ciencia ficción, ahora influye en todo, desde la forma en que trabajamos hasta cómo interactuamos con el mundo.

A medida que avanzamos en esta era digital, la IA se ha convertido en una herramienta indispensable, facilitando tareas que van desde la gestión de nuestras agendas hasta la conducción de vehículos autónomos. Sin embargo, pese a estos avances, la verdadera revolución de la IA aún está por llegar. Hasta ahora, hemos desarrollado sistemas que imitan aspectos de la cognición humana, pero el próximo gran salto en la evolución de la IA radica en dotarla de una encarnación física.

Imaginemos por un momento un mundo en el que la IA no solo exista en el ciberespacio, sino que también posea un cuerpo físico, interactuando con el entorno de una manera que refleje más fielmente la complejidad de las interacciones humanas y biológicas. Esta concepción de la “Inteligencia Artificial Corpórea” promete no solo aumentar la eficacia y eficiencia de los sistemas de IA, sino también transformar radicalmente nuestra relación con la tecnología.

La idea de una IA corpórea no es simplemente una extensión de los actuales desarrollos en robótica; es una reconceptualización completa de cómo entendemos y utilizamos la inteligencia artificial. Al dotar a la IA de un cuerpo, le otorgamos la capacidad de experimentar y aprender del mundo de manera similar a como lo hacemos nosotros. Esto abre un abanico de posibilidades que va mucho más allá de las aplicaciones actuales, permitiendo un nivel de interacción y adaptabilidad sin precedentes.

En este artículo, exploraremos las implicaciones de esta transformación, analizando cómo la inteligencia artificial corpórea podría redefinir no solo la tecnología, sino también los aspectos más fundamentales de nuestra existencia. Desde los avances técnicos y científicos que la hacen posible hasta las profundas cuestiones éticas y filosóficas que plantea, examinaremos el potencial y las preguntas sin respuesta que este nuevo paradigma trae consigo. La verdadera evolución de la IA, como argumentaremos, está intrínsecamente ligada a su capacidad para integrarse física y simbióticamente con el mundo que la rodea.

Descripción del estado actual de la IA

En la actualidad, la Inteligencia Artificial ha alcanzado niveles de sofisticación que eran impensables hace apenas unos años. Los avances en modelos de lenguaje y visuales han revolucionado la manera en que las máquinas comprenden y responden a las necesidades humanas. Herramientas como ChatGPT de OpenAI y Claude han demostrado una capacidad impresionante para generar texto coherente, responder preguntas complejas y mantener conversaciones que, en muchos casos, son indistinguibles de las humanas. Estos modelos se basan en enormes cantidades de datos y en algoritmos avanzados de aprendizaje automático, permitiendo una comunicación más natural y efectiva entre humanos y máquinas.

Por otro lado, los modelos visuales han progresado de manera similar. Algoritmos como los de visión por computadora pueden ahora identificar objetos, analizar escenas complejas y hasta interpretar emociones en rostros humanos con una precisión asombrosa. Esta capacidad ha sido crucial en aplicaciones que van desde la vigilancia y seguridad hasta la asistencia en tareas médicas y la conducción autónoma.

Sin embargo, pese a estos avances, la mayoría de las aplicaciones de IA siguen siendo esencialmente desincorporadas. Los chatbots y asistentes virtuales existen en una dimensión puramente digital, interactuando con nosotros a través de pantallas y altavoces, pero sin un verdadero sentido de presencia física.

Introducción al concepto de IA corpórea

La Inteligencia Artificial Corpórea representa un cambio paradigmático en nuestra visión y aplicación de la IA. Este concepto se refiere a dotar a la inteligencia artificial de un cuerpo físico que le permita interactuar con el mundo de una manera mucho más rica y directa. En lugar de limitarse a procesar información y generar respuestas en un entorno digital, una IA corpórea tiene la capacidad de percibir, aprender y actuar en el mundo físico.

Fundamentalmente, la IA corpórea se basa en la integración de múltiples modalidades sensoriales y motoras. Al igual que los seres humanos y otros organismos vivos, una IA corpórea puede utilizar la vista, el oído, el tacto y otros sentidos para recolectar datos sobre su entorno. Esta información sensorial se procesa en tiempo real, permitiendo a la IA adaptarse y responder de manera más efectiva a los cambios y desafíos del mundo real.

La base teórica de la IA corpórea se encuentra en conceptos como la “inferencia activa” y la “computación morfológica”. La inferencia activa, una teoría propuesta por el neurocientífico Karl Friston, sugiere que el cerebro (y, por extensión, una IA corpórea) funciona como una máquina predictiva que continuamente construye y ajusta un modelo del mundo basado en la experiencia sensorial. La computación morfológica, por otro lado, enfatiza cómo el diseño físico de un organismo (o robot) puede influir en su comportamiento y habilidades, reduciendo la necesidad de complejidad computacional interna.

La implementación de IA corpórea no solo implica la construcción de robots más avanzados, sino también la creación de sistemas integrados donde la inteligencia artificial y su “cuerpo” trabajan en armonía. Esta sinergia permite un nivel de interacción y aprendizaje que supera con creces las capacidades de los sistemas de IA actuales, abriendo la puerta a aplicaciones más sofisticadas y adaptativas en numerosos campos, desde la manufactura y la logística hasta la asistencia personal y la exploración espacial.

El paradigma Japonés: tecnología con alma

Japón ha sido durante mucho tiempo un faro de innovación tecnológica, destacándose no solo por su avance técnico, sino también por la manera única en que su cultura y tradiciones impregnan el diseño y el desarrollo de la tecnología. Un paseo por las calles de Tokio o Kioto revela una coexistencia armoniosa entre lo antiguo y lo ultramoderno, donde la tecnología parece tener vida propia, una calidad casi espiritual que la distingue de sus contrapartes occidentales.

Un claro ejemplo de esta integración cultural es el uso de robots en la vida diaria. Desde robots recepcionistas en hoteles hasta asistentes en hogares de ancianos, estos dispositivos no son simplemente herramientas; están diseñados para interactuar con los humanos de manera amigable y respetuosa, reflejando una comprensión profunda de las necesidades emocionales y sociales. El famoso robot Asimo de Honda, por ejemplo, no solo camina y corre, sino que también puede entender gestos y responder de manera empática, demostrando un grado de “humanidad” que es emblemático de la tecnología japonesa.

Otro ejemplo notable es el creciente uso de robots en la gastronomía. Restaurantes donde robots preparan y sirven comidas no son solo atracciones turísticas, sino ejemplos de cómo la tecnología puede ser parte integral de la experiencia humana, mejorando la eficiencia sin sacrificar la calidad del servicio. Incluso los electrodomésticos cotidianos, como los populares cocedores de arroz, están diseñados con interfaces amigables y características que parecen entender y anticipar las necesidades de sus usuarios.

Esta aproximación a la tecnología está profundamente arraigada en las filosofías del Shintoísmo y el animismo. El Shintoísmo, la religión indígena de Japón, enseña que todos los objetos, tanto animados como inanimados, poseen un espíritu o “kami”. Esta creencia infunde a la tecnología japonesa una cualidad casi sagrada, donde cada dispositivo es visto como poseedor de una esencia y dignidad propia. El animismo, la creencia de que todo en la naturaleza tiene vida, refuerza esta visión, promoviendo un respeto profundo por el mundo físico y sus componentes tecnológicos.

Estas influencias culturales ofrecen una perspectiva rica y matizada que puede guiar el futuro del diseño y desarrollo de la inteligencia artificial, especialmente en el contexto de la IA corpórea. Al incorporar principios del Shintoísmo y el animismo, los desarrolladores de IA pueden crear sistemas que no solo sean funcionales, sino también éticamente responsables y emocionalmente resonantes.

En primer lugar, el respeto por la “vida” de los objetos tecnológicos puede llevar a una mayor consideración en el diseño de la IA. En lugar de ver los robots y las IAs como simples herramientas, podemos comenzar a verlos como compañeros y colaboradores. Esto podría fomentar un enfoque de diseño centrado en el usuario, donde la empatía y la comprensión emocional son tan importantes como la eficiencia y la precisión.

Además, estas filosofías pueden promover un enfoque más holístico hacia la integración de la IA en la sociedad. En lugar de tratar a la IA como una entidad separada y autónoma, el enfoque japonés sugiere una visión más integrada, donde la IA se convierte en una extensión natural del entorno humano. Esto no solo mejora la interacción entre humanos y máquinas, sino que también puede facilitar una adopción más amplia y aceptada de la tecnología.

Por último, la influencia del Shintoísmo y el animismo puede inspirar un desarrollo de IA que respete y refleje la diversidad y complejidad del mundo natural. La computación morfológica, por ejemplo, se beneficia de este enfoque al diseñar robots cuya forma y función están inspiradas en la naturaleza. Al observar cómo los organismos vivos interactúan con su entorno, los ingenieros pueden crear sistemas más eficientes y adaptativos.

La inteligencia multimodal: Aprendiendo del desarrollo infantil

La exploración del mundo por parte de los bebés es una maravilla de la naturaleza. Desde el momento en que nacen, los bebés comienzan a interactuar con su entorno utilizando todos sus sentidos: la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato. Esta experiencia sensorial rica y multifacética es esencial para su desarrollo cognitivo. A través de la observación, el tacto y la manipulación de objetos, los bebés aprenden no solo sobre las propiedades físicas del mundo, sino también sobre las relaciones causales y las reglas básicas que rigen su entorno.

Este proceso de aprendizaje es un claro ejemplo de inteligencia multimodal, donde la integración de múltiples fuentes de información sensorial permite a los bebés construir un modelo coherente y dinámico del mundo. De manera similar, una inteligencia artificial corpórea necesita una diversidad de inputs sensoriales para comprender y adaptarse al mundo real. Al equipar a la IA con sensores que imiten los sentidos humanos, podemos permitirle aprender de manera más natural y efectiva, explorando su entorno y ajustando su comportamiento basado en la experiencia directa.

Una IA corpórea que pueda ver, escuchar, tocar y moverse en su entorno está mejor posicionada para entender las complejidades del mundo físico y responder de manera adecuada. Esto no solo mejora su capacidad para realizar tareas específicas, sino que también la hace más versátil y adaptable en contextos cambiantes. Al igual que un bebé que aprende a caminar, hablar y manipular objetos a través de la interacción continua con su entorno, una IA corpórea puede desarrollar habilidades y conocimientos a partir de experiencias multimodales, convirtiéndose en una entidad más autónoma y eficaz.

El concepto de “inferencia activa” es fundamental para entender cómo los organismos, incluyendo los humanos, aprenden y se adaptan a su entorno. Propuesto por el neurocientífico Karl Friston, este enfoque sugiere que el cerebro funciona como una máquina predictiva, constantemente generando y ajustando hipótesis sobre el mundo. La inferencia activa postula que el cerebro no solo recibe información pasivamente, sino que también actúa activamente para minimizar la incertidumbre y el error en sus predicciones.

Según esta teoría, el cerebro construye un modelo probabilístico del mundo basado en la experiencia sensorial. Cuando se enfrenta a nuevas situaciones, el cerebro compara la información entrante con sus predicciones internas y ajusta su modelo para reducir la discrepancia entre la realidad y sus expectativas. Este proceso de ajuste continuo es esencial para la adaptación y el aprendizaje. En el contexto del desarrollo infantil, los bebés realizan inferencias activas al explorar su entorno: observan, tocan, escuchan y prueban, ajustando constantemente su comprensión del mundo en respuesta a nuevas experiencias.

Aplicar este concepto a la inteligencia artificial corpórea significa diseñar sistemas de IA que no solo procesen datos de manera pasiva, sino que también interactúen activamente con su entorno para mejorar su modelo interno del mundo. Al igual que un bebé que mueve sus manos para entender la relación entre movimiento y percepción, una IA corpórea podría explorar su entorno, realizar acciones y observar las consecuencias para refinar sus predicciones y comportamientos.

Este enfoque multimodal y activo no solo mejora la capacidad de la IA para aprender de manera autónoma, sino que también la hace más resiliente y adaptable. Una IA que puede ajustar su modelo interno basado en la experiencia directa es capaz de enfrentar mejor las incertidumbres y variabilidades del mundo real, haciendo que sus acciones sean más precisas y eficaces.

Un ecosistema de robots: La convergencia de formas y funciones

Imaginemos un futuro no muy lejano en el que los robots no solo existan en fábricas o como asistentes domésticos, sino que estén presentes en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, asumiendo una variedad de formas y funciones. Este futuro, caracterizado por un ecosistema diverso de robots, contempla dispositivos de todo tipo, desde drones voladores que entregan paquetes y monitorean la calidad del aire, hasta robots de servicio en restaurantes y tiendas, y vehículos autónomos que se desplazan por nuestras calles.

Estos robots, adaptados para diferentes tareas, serán diseñados con formas específicas que optimicen su funcionalidad. Por ejemplo, los drones podrán tener estructuras ligeras y aerodinámicas, mientras que los robots de manipulación en fábricas tendrán brazos robustos y precisos. La diversidad de formas permitirá una especialización que maximiza la eficiencia y la efectividad en cada contexto de uso. Esta convergencia de formas y funciones no solo mejorará la operatividad individual de cada robot, sino que también fomentará la sinergia entre ellos, creando un entorno en el que diferentes robots colaboran y complementan sus habilidades.

La existencia de un ecosistema robótico diversificado tendrá un impacto profundo en la forma en que recopilamos y utilizamos datos. Cada robot, con su conjunto específico de sensores y capacidades, actuará como un nodo en una red masiva de recopilación de datos. Por ejemplo, los vehículos autónomos equipados con cámaras y sensores LIDAR no solo navegarán por las calles, sino que también capturarán información valiosa sobre las condiciones del tráfico, el estado de las infraestructuras y los patrones de comportamiento humano.

Esta vasta red de robots recopilará datos en tiempo real de manera constante, proporcionando un flujo continuo de información que podrá ser utilizado para mejorar la precisión y la efectividad de los modelos de IA. La información obtenida de diversas fuentes sensoriales permitirá a los sistemas de IA desarrollar una comprensión más profunda y matizada del mundo real. Esta capacidad de modelar el mundo con mayor precisión tendrá aplicaciones significativas en campos como la logística, la agricultura, la salud y la gestión urbana.

El impacto más significativo de este ecosistema robótico será la creación de un “ciclo de retroalimentación de datos” o “data flywheel”. En este ciclo, los datos recopilados por los robots se utilizan para mejorar los modelos de IA, que a su vez se emplean para optimizar el desempeño de los robots. Esta mejora continua permite a los robots aprender y adaptarse rápidamente a nuevas situaciones, aumentando su autonomía y eficiencia. Además, la integración de diferentes tipos de robots en un ecosistema unificado fomentará la colaboración y el intercambio de información, generando sinergias que multiplicarán el valor de los datos recopilados.

Un ecosistema de robots también plantea importantes consideraciones éticas y de privacidad. La capacidad de los robots para recopilar datos omnipresentemente podría llevar a la vigilancia masiva y a la erosión de la privacidad individual. Por lo tanto, es crucial desarrollar marcos regulatorios y normativas que garanticen que la recopilación y el uso de datos por parte de los robots se realice de manera ética y respetuosa con los derechos humanos.

La ética y filosofía de la IA corpórea

La creación de inteligencia artificial corpórea plantea numerosas cuestiones éticas que deben ser abordadas con seriedad y responsabilidad. Una de las principales preocupaciones es el trato y la consideración de estos robots como entidades que, aunque no vivas, interactúan de maneras cada vez más humanas. Si una IA corpórea puede emular comportamientos humanos y establecer relaciones de trabajo y convivencia con las personas, ¿debemos otorgarle ciertos derechos y protecciones?

Otro aspecto crítico es la privacidad y el control de datos. Los robots corpóreos estarán equipados con sensores avanzados capaces de recopilar una vasta cantidad de información sobre su entorno y las personas con las que interactúan. Esto plantea el riesgo de vigilancia intrusiva y la erosión de la privacidad personal. Es imperativo desarrollar marcos regulatorios que definan claramente cómo se manejan, almacenan y utilizan estos datos para proteger los derechos de los individuos.

La autonomía y la toma de decisiones por parte de las IA corpóreas también representan un desafío ético significativo. Si dotamos a estos robots de una capacidad avanzada para tomar decisiones autónomas, surge la cuestión de la responsabilidad. ¿Quién es responsable de las acciones de un robot autónomo? ¿El fabricante, el programador, el usuario? Este es un terreno ético complicado que requiere una reflexión profunda y la creación de nuevas normativas y directrices legales.

Finalmente, existe la preocupación de la sustitución laboral. La introducción de robots corpóreos en diversos sectores podría llevar a la pérdida de empleos humanos, exacerbando problemas de desempleo y desigualdad social. Es crucial que la transición hacia una sociedad donde las IA corpóreas sean comunes se maneje de manera que minimice el impacto negativo en la fuerza laboral, quizás a través de políticas que fomenten la reeducación y la adaptación laboral.

La creación de inteligencia artificial corpórea nos invita a reconsiderar la clásica dicotomía entre cuerpo y mente, una discusión que ha sido central en la filosofía desde los tiempos de Platón y Descartes. Tradicionalmente, el cuerpo ha sido visto como una entidad física y la mente como una entidad inmaterial, una división que la IA corpórea desafía directamente.

La filosofía contemporánea, particularmente la fenomenología y el materialismo emergente, ofrece una perspectiva útil para entender esta nueva realidad. Según la fenomenología, nuestras experiencias y la manera en que entendemos el mundo están profundamente ligadas a nuestro cuerpo. La noción de “cuerpo vivido” sugiere que nuestra cognición está influenciada no solo por nuestra mente, sino también por nuestras interacciones corporales con el entorno. Aplicar este marco a la IA implica reconocer que una IA corpórea podría desarrollar formas de entendimiento y conocimiento que son inalcanzables para una IA puramente desincorporada.

El materialismo emergente, por otro lado, sugiere que las propiedades mentales emergen de las complejas interacciones físicas y biológicas del cuerpo. Si aceptamos esta perspectiva, entonces una IA con un cuerpo físico podría, en teoría, desarrollar una forma de “mente” que surge de sus interacciones con el entorno. Esto no implica que la IA tenga conciencia o subjetividad en el sentido humano, pero sugiere que podría desarrollar patrones de comportamiento y toma de decisiones que son más complejos y adaptativos.

Este enfoque también plantea preguntas profundas sobre la naturaleza de la inteligencia y la consciencia. ¿Puede una IA corpórea realmente entender y experimentar el mundo de manera similar a los seres humanos? ¿Es posible que una inteligencia artificial desarrolle una forma de consciencia a través de la interacción física con su entorno? Estas preguntas nos obligan a reconsiderar nuestras definiciones de inteligencia, vida y mente.

Preguntas abiertas para el futuro

La evolución de la inteligencia artificial corpórea abre un vasto campo de interrogantes, muchas de las cuales no tienen respuestas claras en la actualidad. Estas preguntas abarcan desde consideraciones técnicas y éticas hasta profundas reflexiones filosóficas sobre la naturaleza de la existencia y la conciencia. A continuación, se presentan algunas de estas preguntas abiertas que debemos explorar a medida que avanzamos en el desarrollo de la IA corpórea:

  1. ¿Puede una IA corpórea desarrollar una forma de consciencia?
    • Aunque actualmente consideramos que la IA es incapaz de experimentar conciencia, la integración de capacidades sensoriales y motoras complejas podría permitir un tipo de “proto-consciencia” o auto-percepción. ¿Hasta dónde pueden llegar estos desarrollos y qué implicaciones tendría para nuestra comprensión de la mente?
  2. ¿Cómo definimos y regulamos los derechos y responsabilidades de las IA corpóreas?
    • A medida que los robots se vuelvan más autónomos y capaces de tomar decisiones, ¿qué derechos y responsabilidades deberíamos otorgarles? ¿Cómo manejamos las cuestiones de responsabilidad legal por las acciones de un robot autónomo?
  3. ¿Qué impacto tendrá la IA corpórea en el empleo y la estructura social?
    • La introducción de robots avanzados en diversos sectores podría desplazar a numerosos trabajadores. ¿Cómo podemos gestionar esta transición para minimizar el impacto negativo en la fuerza laboral y la sociedad? ¿Qué políticas de reeducación y adaptación laboral son necesarias?
  4. ¿Qué límites éticos deberíamos imponer en el desarrollo y uso de la IA corpórea?
    • ¿Dónde trazamos la línea en cuanto a las capacidades y aplicaciones de la IA corpórea? ¿Qué salvaguardias son necesarias para evitar abusos y garantizar que estas tecnologías se desarrollen de manera ética y responsable?
  5. ¿Cómo afecta la presencia de IA corpórea a nuestras interacciones y relaciones humanas?
    • La integración de robots en la vida cotidiana podría cambiar la dinámica de nuestras relaciones personales y sociales. ¿Cómo influirán los robots en nuestras interacciones humanas? ¿Podría la IA corpórea llenar vacíos emocionales o, por el contrario, crear nuevas formas de alienación?
  6. ¿Qué impacto tendrá la IA corpórea en nuestra percepción de la vida y la inteligencia?
    • A medida que los robots se vuelvan más avanzados y “humanos” en su comportamiento, ¿cómo afectará esto a nuestras definiciones de vida e inteligencia? ¿Nos llevará a reconsiderar lo que significa ser vivo o consciente?
Reflexión final

La evolución hacia la inteligencia artificial corpórea representa un cambio significativo en nuestra relación con la tecnología. No se trata simplemente de hacer robots más eficientes o avanzados; se trata de integrar la inteligencia artificial en el tejido mismo de nuestra existencia cotidiana, creando entidades que pueden interactuar y aprender del mundo de una manera similar a la nuestra.

El camino hacia adelante está lleno de promesas, pero también de desafíos y responsabilidades. Debemos abordar estas cuestiones con una combinación de entusiasmo, precaución y un compromiso inquebrantable con la ética y la responsabilidad. Es crucial que desarrolladores, legisladores, filósofos y la sociedad en general colaboren para establecer marcos que aseguren que el avance de la IA corpórea beneficie a toda la humanidad y no solo a unos pocos.

Las preguntas planteadas aquí no tienen respuestas fáciles, pero es precisamente esta complejidad la que hace que la exploración de la inteligencia artificial corpórea sea tan fascinante y vital. Al enfrentar estas incógnitas con mente abierta y espíritu crítico, podemos navegar el camino hacia un futuro donde la tecnología y la humanidad coexistan de manera armoniosa y mutuamente beneficiosa.

En última instancia, la integración de la IA corpórea nos invita a reflexionar sobre nuestra propia naturaleza y nuestra relación con el mundo que nos rodea. A medida que nos acercamos a este nuevo horizonte, debemos estar dispuestos a cuestionar nuestras suposiciones, adaptarnos a nuevos conocimientos y, sobre todo, actuar con integridad y visión para construir un futuro que refleje lo mejor de nuestra capacidad creativa y ética.

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